En su lúcido “Prólogo”, Rosario Bléfari se refiere al universo que se despliega en los poemas de Alcohol para después de quemar,
de Eduardo Rezzano, como “inquietudes desconocidas” donde se montan
“certeros soliloquios” o “miniaturas pobladas de resonancias
metafóricas” vaciadas de la advertencia final de la fábula y compara su
lectura al vértigo de una montaña rusa animada por “movimientos –
musicales – de una ilusión controlada”. El tiempo alterado de los poemas
de Rezzano está habitado por un conjunto de voces y cuerpos de los
cuales el poeta se apodera para hacerlos hablar y moverse dentro de un
montaje escénico. Lo que produce el terror no son esos montajes animados
de feria macabra sino lo real que se agazapa detrás de ellos.
Una vez que entramos al texto en sí,
luego del anticipo ineludible de Rosario y antes de la división en tres
apartados de los poemas (“El tiempo y los animales”, “Miniaturas”,
“Póstumos”), encontramos, en la edición que kriller71 dio a conocer en
septiembre de 2016, la dedicatoria del texto: “Para Carolina y con ella”
que, más allá de ser un mero topos literario se configura como
indicación de la autoría conjunta del libro: a esa misma Carolina
pertenecen tanto la fotografía de portada del libro cuanto las varias
otras que se distribuyen a lo largo del texto. Podemos decir, entonces,
que estamos frente a un libro hecho a cuatro manos, poemas y fotografías
montados, como dijera la propia Rosario Bléfari, para hacer funcionar
esa ilusión controlada. Las cuatro fotografías dan a ver menos de lo que
ocultan o esquivan a la mirada. No son puramente referenciales, más
bien componen escenas equívocas del mismo modo que paradojal es el
terreno donde se mueve la escritura de los poemas.
La escritura de los poemas de Rezzano
oscila entre los poemas en prosa, los poemas en verso libre y aquellos
otros que se sitúan a camino entre esas dos formas. Breves, la mayor
parte de las veces, siembran la confusión y anticipan el caos del final o
del mismísimo presente. Resulta complicado decir si el tiempo de estas
escenas es el prefacio o el epílogo de la post-historia. “Parece el fin
del mundo, pero es el comienzo, que no acaba; el presente, que lo invade
todo”, cierra el primero de los poemas del libro, sin título, donde
quizás se escuche la “radio del fin del tiempo, al menos por ahora”, de
“Brindis”, cuyo locutor emite desde el más allá, dado que fue muerto en
un bombardeo, casi ciego por la absenta, y sus emisiones habían sido
grabadas. Por veces descripciones del mundo alrededor, por veces
acercándose al registro del yo, el poema muta y se transforma en cada
una de sus apariciones, alimentándose en ocasiones “desde los remolinos
que arma una memoria con la resaca de lecturas y películas vistas”, como
afirmara Rosario Bléfari, y en otras de un surrealismo distópico
inédito. No hay, por lo tanto, ninguna certeza que establezca el origen
subjetivo de la voz que enuncia y dice ni tampoco el establecimiento
cronotópico de su localización. Pareciera ser el desastre, aunque sea
imposible terminar de afirmarlo.
En “Miniaturas”, el foco se corre y
centra en otros lugares y tiempos, y las escenas que antes aparecían con
cierto ritmo ahora se multiplican y diversifican. No hay un único
protagonismo en el correr de las hojas y la propia voz poética se
desdobla en tiempos pretéritos y futuros, como si en ella descansara
toda la potencialidad que una vida posee en muchos de los mundos
posibles. En “Macrobiótica”, se lee: “Si en verdad somos lo que comemos,
el canibalismo nos hará humanos”. Allí, en ese límite de lo que se
puede decir, podemos pensar, se juega la poética de Rezzano, porque
atizando los alcances del lenguaje desde los mil y un frentes con que
ataca lo real consigue formular lo inimaginable. La indagación que los
montajes poéticos producen acaso confundan sino amplíen nuestra
percepción de las cosas. Y así como hay un alcohol no para antes de
quemar sino para después, hay poemas póstumos aun transitando por la
vida, “árboles / que esperan a morir / para empezar a hablarnos”
(“Verdades a medias”) y una poesía que no nos tiene piedad y nos deja
desamparados y perdidos en un tiempo final que es este.
Publicación original: http://www.solotempestad.com/rezzanoxcorrea/
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