Llamaron a la
puerta, abrí y había un perro que me preguntaba qué clase de infortunio le estaba predestinado. Le contesté con medias palabras y aseguré el postigo,
que se golpeaba con el viento. Le conté que más temprano había visto una jauría
luchando contra la nieve; eran cinco o seis y se apretaban entre sí formando un
bloque.
A medianoche
volvieron a llamar. Había un oso lastimado, plumas de ocho palomas y un fuerte
olor a jabalí que presagiaba la llegada de los pumas. Me acosté y encendí la
radio; los oyentes pedían canciones que el tiempo había vuelto irrecuperables.
ER
4 comentarios:
È una delizia per la mente, per l'immaginazione, oltre che un colto esercizio del piacere di leggere, scorrere i tuoi piccoli racconti: sulla struttura perfetta di ognuno, architettonica, solida, si avviluppano i rami ordinati e ben fissati del Pensiero; percorrendoli uno ad uno germogliano in intuizioni, aprono abissi, mostrano vette, poi riaccompagnano l'anima alla sua sede, piena della nostalgia del viaggio.
Grazie.
Te agradezco mucho tus exquisitas palabras. Un abrazo.
Fantástica noche afuera; nostalgia dentro. Qué suerte tener postigos para ese límite.
Saludos!!
Saludos, Amparo. Que tengas un feliz fin de año.
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