sábado, 19 de diciembre de 2009

Testigo

Presencié la exhumación
de mis restos pero
una cinta naranja atada
a mi muñeca me convenció
de que no era yo
aquel cadáver

ER

4 comentarios:

Miguel Angel Gara dijo...

Muy bueno Eduardo. Digo yo que para eso están los enterradores, para dejarnos igualitos a nuestros cadáveres. Un abrazo nevado desde Madrid.

Eduardo Rezzano dijo...

Muchas gracias, Miguel, y un fuerte abrazo de fin de año. Aunque me merezco por fin un veranito, siento nostalgia por Madrid cubierta de nieve.

Amparo dijo...

No suele ser una prueba, la cinta.
Inquietante poema, como suelen ser los de tu sello.
Suerte para el año próximo!!

Eduardo Rezzano dijo...

Gracias, Amparo; y feliz 2010.