Una hormiga voladora se me cruzó en el patio y me dijo: “Ayer te golpeé la puerta y no me abriste”. Le ofrecí mi sonrisa menos inteligente y se fue no sé en qué dirección, porque mis ojos todavía nocturnos apenas veían en la claridad de la mañana.
Me
senté en el suelo y descubrí que había llovido; la ropa colgada en la soga se
había mojado, lo mismo que la moto. Me reduje a la nada durante diez minutos
hasta que sonó el teléfono. Era mi jefe, que me preguntaba si sería capaz de
llegar una hora antes. “Claro, por supuesto”, le respondí. Corté y me quedé
repitiendo un buen rato esas palabras. Me equivocaba al dar por supuestas
algunas cosas, pensé, y me acordé de esa idea que no me había dejado dormir:
cada vez que mataba una araña le quitaba una vida a Tonka, mi perra, como si
una parte de ella transmutara en araña y con sus ocho patas me cerrara el paso
lúdicamente, amistosamente.
ER
2 comentarios:
Una neraviglia. L'incanto che solo un grande talento, unito ad una grande sensibilità, può regalare. Grazie Eduardo, per condividere i tuoi testi permettendo anche a me, così lontana, di guardare le cose attraverso il tuo talento. Approfitto per augurarti Buon Natale e sereno Anno Nuovo a te e ai tuoi cari. Un abbraccio
Loredana
Muchas gracias, Loredana. Te deseo un muy feliz 2013.
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