Cada mañana
la mujer del carpintero
me visita y me ofrece
conversación y scones
A veces le dicto una carta
que copia con su lápiz
de carpintero y
me devuelve doblada
en cuatro
A veces frota las manos
en su descolorido delantal
y se deja ir en un suspiro
pero no doy pie
a que explique
sus silencios
que huelen a madera
y enciendo la radio
El fuego de la hornalla
apenas calienta la cocina
y me quedo dormido
Mi cuerpo
es el único rastro
que no desaparece
ER
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