
Foto: Carolina Soler (Madrid, 2009)
Cuando abrí los ojos y por un segundo vi todo pixelado, tuve la vaga idea de que había sido reemplazado por un androide. Pero sigo siendo el mismo, con ese sabor metálico en la boca y la electricidad que se me irradia por las plantas de los pies como si se me prendieran fuego.
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