sábado, 18 de agosto de 2007

3 no fábulas

Vida y obra

Hurgando entre mis macetas
mis plantas no tan exóticas
descubrí un brote de malaria
con sus hojitas carnosas
despertando a la vida

No me sorprendí

Invité a mis amigos
más cercanos
y declaré cuarentena
pero fue una cuarentena
rara que más se pareció
a una orgía

La malaria floreció
y nadie reparó en el atractivo
de sus colores

No fue fecundada

Palideció
se puso vieja en cuestión de
horas y lamentó morir casta
sin haber sido tocada jamás

La velamos hasta
que se acabó el whisky
luego nos dormimos sobre
la alfombra que hedía
a cócteles non sanctos

a fluidos derramados
en las horas álgidas
de los cuerpos


En el bosque


Oligopol la serpiente y
Oligopol la ardilla jugaban
al si me tocas te mato

y así se la pasaban
entre cabriolas peligrosas
risas y siseos

Una tarde
comiendo de la misma tarrina
y con el juego aún en curso
la serpiente provocativa
como al descuido la tocó

La ardilla le dijo "te mato"
y por más que buscó el ángulo
no supo ni como empezar la faena

Humillada abandonó la aldea
y tres años después
volvieron a encontrarse

"Te guardé rencor y avellanas
te guardé rencor y avena arrollada”
dijo Oligopol la ardilla "todavía
lo puedo compartir todo"


La espera


"Doce minutos
sumergido en el agua hirviendo
me endurecieron hasta el
blanco de los ojos
y el amarillo de las yemas"

Continuaban torturando a
Mr. Egg sin resultados
ya que sólo hablaba
para quejarse

para dejar en claro
que el trato recibido
no estaba a la altura
de su dignidad

Nevaba otra vez
pero siempre tarde

cuando la noche
nos reclamaba para
otros menesteres

–la vigilia alrededor
de la mesa

la espera

"Dejadme salir
no llegaré lejos"
se desesperaba el hijo
ante el insistente llamado
de la tormenta sobre
los postigos oxidados

y Mr. Egg era
el único que sonreía

que sonreía y lloraba
porque sabía que su papel
era representado

que no era real
como la familia desquiciada
que lo mantenía cautivo

Aun si pasara la noche
sin novedades
si amaneciera sin que
lo mataran

seguiría esclavo de
su vergüenza

porque sabía que
ya nada podía ocurrir
fuera de esa habitación

que el mundo entero
se había vuelto inaccesible
y cualquier especulación
era mero entretenimiento

Eduardo Rezzano

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